En los
cuentos de Borges, muchos de sus personajes viajan en tren. Van algunos
ejemplos: en “La muerte y la brújula” Erik Lönnrot viaja hacia la quinta de
Triste-le-Roy utilizando el ferrocarril. En “El jardín de senderos que se bifurcan” el tren es utilizado
por el
espía y catedrático Yu Tsun y en "El Sur", Juan
Dahlmann toma en Constitución un tren que no llegará a su destino y lo dejará
en una estación “en medio del campo”, hecho que resulta fundamental en la
trama.
No es casual
la abundancia de referencias ferroviarias, ya que Borges mismo fue habitual
usuario del Ferrocarril del Sud (hoy Roca)
En su infancia viajaba hacia Adrogué, ese
"largo laberinto tranquilo, de quintas, un laberinto de vastas noches
quietas", donde pasaba
sus vacaciones, primero en el hotel “La delicia” y luego en la quinta “La
Rosalinda”, que alquilaban. Años después vivió con su madre y su hermana en una
casa en Diagonal Brown 301 que les pertenecía.
Ya adulto y hasta
mediados
de la década del 40, cuando se habilita la ruta 2, hacía el viaje en tren hacia
Mar del Plata, donde pasó muchos veranos con sus amigos, en la Villa Victoria,
de Victoria Ocampo y en Villa Silvina, de Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares.
Con
sesenta y siete años, cuentan que alguna vez utilizó el ferrocarril Roca para
ir a Ringuelet a cortejar en la casa de 7 entre 516 y 517 a quien sería su
primer y efímera esposa, Elena Astete Millán.
Borges solía decir que la
última vez que pudo ver fue en un tren. Concretamente paadecía una enfermedad congénita que le producía una notable disminución
de la visión y a pesar de las recomendaciones de sus médicos, su pasión por la
lectura pudo mas y pasó todo el viaje en tren de Plaza Constitución a Mar del Plata
leyendo. Cuando llegó a destino, se encontró virtualmente ciego.