jueves, 7 de febrero de 2019

Los chicos y los trenes del holocausto



El Ministerio de Transporte del Reich organizaba los itinerarios de los trenes de lGerman Reichbahn que trasladaban a los deportados judíos hacia los campos de concentración, aportando de manera crucial a la logística del exterminio. La empresa nacional de ferrocarriles transportaba cincuenta personas hacinadas en un vagón, en formaciones de cincuenta vagones de carga, lo que le permitían llevar dos mil quinientas personas en cada convoy y la SS le pagaba por cada prisionero judío deportado el mismo precio por kilómetro que se cobraba a un pasajero alemán, medio pfennig (penique, pequeña moneda alemana que valía 1/100 de un marco). Las condiciones del traslado eran terribles: a los prisioneros no les daban agua ni alimentos, Padecían calor extremo en verano y temperaturas heladas en invierno y sólo disponían de un balde como sanitario. No es de extrañar que muchos murieran en el trayecto.



A pesar de tan injusto y bestial trato y en medio de la tragedia, los niños deportados, que igual que a muchos de nosotros les encantaban los trenes, hicieron dibujos maravillosos. Se les queremos mostrar hoy como homenaje a los sobrevivientes y recuerdo a las víctimas del Holocausto.




El atentado del 17/1/1908 a una formación del FCS







La revista Caras y Caretas en su edición del del 25/1/1908 contaba que una semana antes, el viernes 17 de enero, cerca de las cinco de la tarde, una formación que pertenecía al Ferrocarril del Sud sufrió un atentado poco antes de arribar a Constitución. Una bomba de fabricación casera explotó en el interior de uno de sus coches, provocando la muerte de un pasajero, Salvador Stella, casado, de 35 años de edad y padre de varios niños. Otros pasajeros resultaron heridos, alguno de ellos de gravedad.





El caos que desató la explosión hizo que algunos pasajeros que iban armados intentaran defenderse comenzando a disparar.  Los efectivos policiales que habían acudido también usaron sus armas apuntándolas contra los vagones. Se dispararon, según “Caras Y Caretas”, mas de trescientos tiros y por unos minutos la situación pareció incontrolable. Afortunadamente primó la cordura y se logró restablecer alguna forma de orden, permitiendo la atención de los heridos y una accidentada evacuación de la formación.
Según investigaciones posteriores, otras dos bombas estaban preparadas para activarse y por distintas razones afortunadamente no se utilizaron. Una de ellas fue encontrada por un empleado ferroviario de la estación Barracas, Eduardo Molemberg, quien le avisó al guardatren Pedro García. Este actuó con celeridad y cortó la mecha, inutilizándola. La otra fue llevada a su casa accidentalmente por un joven de diecinueve años, Vicente Facio, quien confundió la canasta que la contenía con la suya. Posteriormente fue desactivada por las autoridades.










La bomba
La bomba anarquista, que la revista "Caras y Caretas" del 25 de enero de 1908 define como "Una máquina infernal, combinada con diabólica sabiduría" constaba, como puede comprobarse en la imágen, de: 1) Pieza agregada al reloj, donde se ven los fósforos cuyas cabezas dan sobre un frotador (2), los encendidos que comunican el fuego a la mecha (3), que a su vez lo transmite a la bomba (4).





Gonnet












City Bell







El ferrocarril en San Marino

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