En julio de 1893 el
clima político del país era bastante extraño. Era presidente Luis Sáenz Peña,
pero quien movía los hilos del gobierno era sin dudas Carlos Pellegrini. Luego
de la renuncia de Escalante primero y Cané después, Pellegrini convence al
presidente para convocar a Aristóbulo del Valle para que lidere un nuevo
gabinete. El nuevo ministro acepta convencido de poder encabezar una
“revolución desde arriba” que permita “darle garantías al pueblo para que el
pueblo las diera al gobierno”. El 5 de julio asume, el 8 de ese mes ordena
desarmar las milicias provinciales y el 23 se realizan elecciones limpias en
las que Alem es elegido senador. Probablemente animados por este cuadro es que
dos paridos políticos irán por mas, iniciando en la provincia de Buenos Aires
lo que con ironía José María Rosa llama “las
revoluciones vía Quilmes y vía Témperley"
Los hechos fueron los
siguientes: el 29 de julio a las 0 horas, el radicalismo inicia
(simultáneamente con San Luis y Santa Fe) un alzamiento en el que se apoderan
de varios municipios y del nudo ferroviario de Témperley, concentrándose allí
para luego marchar hacia La Plata y formando un comité revolucionario que
designa a Juan Carlos Belgrano como gobernador interino; al mismo tiempo los
partidarios de Mitre y del Partido Cívico parten desde Constitución, concentran
fuerzas en Barracas al Norte, avanzan tomando la comisaría de Barracas al Sur y en la madrugada del 30
marchan hacia La Plata utilizando el ferrocarril y acantonándose en Pereyra. El
8 de agosto renuncia el gobernador y ambas columnas se ponen en marcha. Los
radicales quedarán varados en Mármol, por una obstrucción en las vías, y los
cívicos al mando del general Manuel Campos avanzarán hasta la estación
Ringuelet, donde el coronel Falcón y un batallón de guardiacárceles, los
reciben a tiros. El enfrentamiento es conocido como la batalla de Ringuelet y
según el parte de Campos tres personas resultaron muertas y quince heridas. El
ministro del Valle llega desde la Plata en una locomotora y ordena a Falcón que
cese la persecución de los revolucionarios y entregue las armas, evitando que
las bajas fueran mas numerosas. El 9 de agosto ambas columnas reinician la
marcha: los cívicos avanzan hasta Tolosa y luego entran en La Plata, donde
acampan en la plaza principal. Intimados por el ministro de guerra a desarmarse
regresarán a la capital por tren; los radicales partirán desde Mármol y la
formación que los transporta llegará a La Plata al atardecer. Del Valle
reconoce al radical Belgrano como gobernador provisorio. Enterado de esta
situación y temiendo que todo salga definitivamente de su cauce y afecte los
intereses de una élite gobernante que no quería perder sus privilegios, Pellegrini
viene desde Salta a poner orden: obliga a renunciar a del Valle y nombra un
nuevo gabinete que dispone la intervención de las provincias alzadas y hace
fracasar la revolución.
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